Las organizaciones necesitan, más que nunca, desarrollar talento y establecer lazos emocionales con sus empleados para construir un sistema capaz de hacer frente a los desafíos que tienen ante sí. La ventaja competitiva de esta década no está en buscar líderes sobresalientes, sino en construir y desarrollar un sistema inteligente, emocionalmente competente y con los recursos individuales suficientes para solucionar problemas complejos de manera creativa y cooperativa.
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